Mi foto
No puedo cambiar (prefiero desaparecer)
Palabras distribuídas sin ningún tipo de orden especial, o espacial, o sí.

20.4.12

Tengo una hora y media para permanecer en mi cama, qué mal.

Cada mañana ruego que el sonido del despertador sea una ilusión, parte del sueño. Tengo motivos de resta para querer poner los pies en la alfombra sucia de siempre. Y en la hora, y en los minutos contados y veloces de las horas tempranas, no sé por qué, pero hay algo tuyo que me dice que me despierte con una sonrisa, y que salga al mundo intentando tener un día bueno, o un día no tan malo. Gracias, porque sé que estás ahí.
(espero que este mes no sea tan complicado)

1.4.12

I suppose I don't know.

Y sí, si escribo acá a las cinco y media de la mañana es porque sobria no estoy.
Soy las sobras de tu almuerzo hace (haciendo la cuenta diría que... ¡ya es Abril!), hace dos meses? Tres meses? Y mis ideas no cambian. Eligiría verte cantando todas esas canciones estúpidas un millón de veces, qué digo, un trillón de veces, más, infinitamente. No me importa que no estés en mi vida, no me importa que yo no figure tampoco en las tuyas (¿tuyas? ¿son más de una?). Tengo tus imágenes, tengo tus recuerdos, tengo tus palabras, ¡tengo tu número de celular agendado en el mío! Y con eso te diría que me basta, porque me conformo, y porque, como siempre, esa es la única que me queda. De todos modos... soy (soy) una estúpida por, realmente negarme, a dejar de mirar para atrás, pero ¿qué puedo hacer, si cada vez que brindo lo hago en nombre tuyo y si cada persona que conozco tiene algo de vos? Y sí, es así, todos se volvieron una proyección tuya. O más bien, los extras de tu forma de ser. Las comisuras de tu boca cuando sonríe, tu color de ojos, o tu corte de pelo, tu manera de expresarte, tus expresiones (nunca tu nariz, eso seguro). Una parte de mí te odia, otra parte de mí desea verte muerto y tirado en una zanja (¿se escribe con zeta?) cada vez que usás expresiones que aprendiste de mí, o cada vez que me decís que las cosas te recuerdan a mi persona. Otra parte de mí ya te declaró su ebrio amor... Y ¿qué puedo hacer? ¡QUÉ PUEDO HACER! Eso me dice mi cabeza -bien, podés hacer tantas cosas, aún así, preferís no hacer nada-
"Vos sos tan especial, desearía ser especial". Pero no lo soy.
Quiero curarme, me siento muy mal. Y sin embargo, yo soy la cura.
No sé si es mejor que me quieras, capaz sería mejor si no lo hicieras.
Qué enferma de vos estoy, por dios.