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No puedo cambiar (prefiero desaparecer)
Palabras distribuídas sin ningún tipo de orden especial, o espacial, o sí.

27.3.13

Y entonces?

Hoy conocí a un ex combatiente en Irak que me demostró que capaz mis opiniones eran inútiles, o capaz él ya sabía todo lo que yo no supe. Sé que la vida es difícil, un montón de veces, pero todavía no llego a entender esa guerra de gente contra gente. Y si el país fuera un mundo solo? Un planeta? Y si soy una hippie reprimida por las condiciones del siglo XXI y todas las comodidades que tengo? Y si me siento más cómoda tirada llena de barro y pasto que en una casa que lo único que me grita es que estoy y me voy a morir sola? Significa capaz que evolucioné. O que involucioné, el viaje hacia uno mismo muchas veces no está bueno. Nunca está bueno. A veces siento que recorrí más de lo que me gustaría, que mi cuerpo porta a un alma que ya, no siente nada. A veces siento que nada me sorprende, ni la gente, ni la vida, ni las sensaciones. Otras veces no, estoy llena. Capaz es todo muy efímero. Siento que más de una noche que pasé con alguien que no es, ni fue nada, ni es más que otra alma como yo, me dejó muchas más cosas que pasar toda una vida con personas que, en realidad, sólo fueron letras. El cuerpo de mi libro soy yo. El relleno lo sigo replanteando. No soy menos de lo que quisiera ser, ni más. De eso estoy segura. Pero qué quiero tener? Qué ropa quiero sentir? Con qué gente me quiero ver? Con quién quiero pasar un martes a la noche? Por ahora las respuestas a esas preguntas son 'no sé' 'ninguna' 'me da igual' y 'conmigo'. En ese orden. Y a veces necesito un abrazo. Pero mis brazos no me alcanzan como para abrazarme a mí misma. Ya sé, siempre escribo lo mismo. Es que a veces no me encuentro por ningún lugar. Ni siquiera en los recuerdos de polvo de castillos que todavía no destruí. Sabés? Algunos labios de azúcar no se me olvidan. Porque los convertí, seguramente, en más de lo que fueron. Tengo un altar a mi nombre que grita que no lo dejen caer. Y siempre se le caen pedacitos. Tengo también una pestaña en un cajón de un deseo que todavía no se cumplió. Y un corcho del vino más rico que probé. Tengo un trastorno por querer que las cosas sean distintas, tengo tantas cosas. Y cuando te veo, de nuevo, no tengo nada. Somos vos, y mi aire. Y tu oxígeno, en realidad, porque no respiro otra cosa. El perfume de moda nos ataca de nuevo. Podríamos ser más que esto. Capaz es mejor así. Somos todo y no somos nada. Somos. Y estamos acá hoy. Compartiendo algo, no sé bien qué. Eso es lo que importa. (hace un par de días que quería escribir esto)

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