Tus huesos. Me gustan tus huesos y la forma en que tu piel se filtra a través de ellos. Me gusta tocarte y sentir tu esqueleto, tu ausencia de carne me llena de una manera rebuscada, que quizás nunca entiendas (ni tampoco espero que lo hagas). Este último tiempo aprendí a conformarme con mirarte y sentir, que tus huesos y los míos se chocan de nuevo. Cabeza, sueños, ideas. Me contento cada vez que noto que todos ellos son tan (o más) reales como (que) la misma realidad ¿Dónde estarás parado hoy? ¿Habrás pensado en mí? Y se desvanecen las ideas, y de nuevo se vuelve, a que pensar no cambia nada. Paradójicamente, si supiera que todavía pensás en mí, cambiaría todo.
Hoy estuve bien.
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