Mi foto
No puedo cambiar (prefiero desaparecer)
Palabras distribuídas sin ningún tipo de orden especial, o espacial, o sí.

31.5.13

The dark of the matinee

La primera vez que sentí amor, el de verdad, necesité matar a un delfín de color azulado para sentirlo. Tenía los ojos cansados, supongo que de ver tanto de lo mismo, calculo que ví algo en él que me recordó a mí. Hablar sin decir nada. El factor común de moda. Creo que más bien diría que era celeste. Cuando hacés algo por primera vez, usualmente ya no hay retorno a no decirle que sí a la segunda, tecera, cuarta vez. Es un baile a lo conocido. O a lo nuevo. El homicidio de delfines con causas justificadas no está mal. Y me canso de explicármelo. A mí, a la que vivía por acá. Un genocidio neuronal no significa que no vayas a estar desayunando las ideas en el desayuno, pero al menos te ayuda a cenar algo mejor. Manana podemos volver a pensar que el agua está envenenada. No importa ya, cuando el jardín no es más que humo significa que todo va a estar bien, o que no podría estar mejor. Un límite en la ambiguedad espacial. Estamos más cerca de lo que creemos y volamos mucho más alto de lo que podemos llegar a reconocer. Y es que cuando nos veo así, siento que hay cosas que deberían durar mucho más que una eternidad. No te confundas, no hablo de vos y de mí. Estoy hablando del delfín y de mí. De las luces y todas esas cosas que te llevan de nuevo a donde sí importa estar.

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