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No puedo cambiar (prefiero desaparecer)
Palabras distribuídas sin ningún tipo de orden especial, o espacial, o sí.

26.6.13

Si todo el mundo alrededor piensa que estás muerto, yo veo la transformación (y la estoy sintiendo)

Todo lo que escucho es como un rompecabezas pero no logro formar la imagen, el diseño. Me dije algo así. En esta casa con el humo dándome vueltas a la cara, a las manos, al cuerpo. Qué significa eso? Analizar las cosas de más es caer. No sé de cuántas formas te lo tengo que decir. Ya no importa quién se terminó el último pucho de la caja, porque la realidad es que hoy, ya no importan muchas cosas. O todo importa de más. Te dije que no dejaras la puerta abierta unas veinte veces. El último té de la noche tiene sabor a recuerdos en mantenimiento y obras en construcción. Son manos de cristal, gestos de porcelana guardados bajo kilos y kilos de concreto. Y aún así no es suficiente motivo como para hacer que no me vaya. O que no te vayas. A veces me olvido a quién pertenece esta habitación. El reloj de la pared parece señalar que mañana va a ser un día lleno de nieblas, y la verdad es que nunca supe leer la hora con agujas. Pero algo me dice que, de nuevo, son las cuatro de la mañana y pasé el día pensando de más en cómo decirte un montón de cosas que, capaz no quiero decirte. Los huesos del invierno pasado, y del anterior y del anterior, se amontonan en alguna parte de estas cuatro paredes para recodarme que lo peor sólo está por llegar. Y a la vez está lejos. Faltan aún doce meses para el próximo invierno. La oscuridad nos acaricia y nos toma las manos. Creo que esta noche me susurró algo, pero ya no sé bien qué era. Algo de que tus pies estaban sangrando. Tenés la mirada desviada de nuevo y sabés que odio verte así, pero no puedo decirte nada, porque mi lengua se ató a mis dientes de alguna manera. Al final, nunca puedo decir nada. Nunca hay nada que de verdad quiera decir. Cuando no hay palabras el espejo me muestra algo nuevo, generalmente no es lo que quiero ver. Tengo las neuronas podridas, ya sé. Huecos en los ojos, agujeros en alguna que otra parte. Tengo los dedos violetas, y no es por el frío. Más de lo mismo. Más de lo de siempre. Lo mejor de vos es que nunca querés saber nada de mí, y no me refiero a mi persona física. Capaz te diste cuenta de que siempre ando deambulando por otra dimensión. Tenemos tanto en común que eso sí estoy segura de que nunca lo notás. Y es que a veces tu espalda se ve tan lejana. En realidad, siempre se ve lejana. Te miento. En la superficie sé, que no importa cuántos dedos formen constelaciones entre un lunar y el otro. No los sentís. Sé que no sentís nada. Lo único que puedo pensar ahora es en que te quiero cocer las manos a las paredes, a estas paredes, a alguna pared. Pero mejor no. No ves? Tus pies siguen sangrando, y sé que no voy a querer limpiar el piso mañana. Mejor, mejor, mejor, mejor me voy a dormir.

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