Algún Domingo

Camino en el mundo. Siento mis piernas y me doy cuenta de que estoy viva. Capaz siempre lo estuve. Me suelo olvidar de la mayoría de las cosas que no importan. Para trascender me tengo que comer un montón de cabezas putrefactas en el medio. Podemos ser más de lo que somos, siempre. El problema es cómo, el problema suele ser cómo. Buenos Aires es una ciudad hermosa, hoy se lo dije a alguien y por un rato me lo creí. Donde estamos parados hoy es el lugar para estar. Llevo una parte tuya en la mochila imaginaria que cargo por el mundo y eso me hace creer a veces que este territorio es seguro para pisar. No me vendo los ojos con miedo porque alguna parte de mí perdió el miedo a perder otras partes. Me pueden arañar, me pueden pisotear. Se pueden llevar de mí hasta la última pestaña. Mi esencia es tan libre y pura últimamente que creo que ya se olvidó de mi cuerpo. Será por eso que me cuesta tanto recordar que existo. Hoy ví la sonrisa más linda que ví en mucho tiempo. Y me fui con una sensación linda en el pecho. Como una oleada de cosas que fluyen para bien, de a poco voy encontrando el camino. De a poco voy encontrando la vuelta. Plenitud o algo similar que a veces existe en mí.