Mi foto
No puedo cambiar (prefiero desaparecer)
Palabras distribuídas sin ningún tipo de orden especial, o espacial, o sí.

17.6.13

Estaba la blanca paloma

No estoy segura de por qué salí al balcón pero una paloma me estaba mirando, fijo. Me miraba y me leía. Parecía que sabía algo, parecía saber algo, parecía saber. No sé muy bien qué cosa, no sé muy bien por qué me estaba diciendo todo eso a mí, o por qué sabía tan bien qué era lo que yo en realidad estaba pensando, o hablando de trasfondo entre las palabras que le decía. Siempre que intento pensar en otra cosa, o en el tema de la conversación real, aparece de nuevo. Es esa mirada, es la mirada que te dice que sabe lo que estás pensando, aunque no lo digas. Es hablar sin decir nada y no porque necesariamente lo que estés diciendo no tenga ningún tipo de significado. Sino porque en tu cabeza se proyectan otras cosas, otras palabras, otros momentos. Y es que es ESA mirada! No son los ojos sino cómo mira. Lee cosas. Y me refugio en no mirarla a los ojos, aunque en verdad sé que es inútil. Soy plenamente vulnerable al ese contacto invisible que puede ver hasta de qué color están mis pulmones el día de hoy. Y si no quiero que sepa nada? Y si quiero que hablemos de ese libro nuevo tan interesante que está leyendo? Son imágenes, y cosas. Cuando vuelvo la mirada de nuevo hacia ella se me vienen un aluvión de cadáveres enterrados, de palabras que no dije, flores, hojas, algún que otro tren. Y todo queda ahí. Por supuesto, no es más que esto, y no es más que la nada. Pero en los momentos en que miro de nuevo hacia el balcón, sigue ahí, y me sigue viendo. Por qué a mí y no a NINGUNA otra persona del cuarto? Por qué me mira a mí! Si no tengo las respuestas, si no quiero transmitirle tantas cosas. Una vez más, otra de tantas, me roba las ideas justas que no quería proyectar. Y cuando por fin, levanta vuelo y se va, lo mejor de todo eso es que ni siquiera me despide, no tengo que mirar esos ojos de nuevo. Pero me queda la mirada atragantada, clavada, no sé. Cada vez que me acuerdo, no, no, no, no de esos ojos, sino de cómo mira, me siento desnuda ante el mundo por un segundo, sin piel, ni entrañas. Ya me acordé por qué nunca quise a ese pájaro en una jaula, terminaría por arrancarle los ojos para que ya no pueda saber más nada de mí. No, no, nunca quise que me conociera. Sé que eso ya lo sabe, por eso siempre vuela en el momento justo. Pero sigue teniendo esa mirada! Que sé que no mira, sino que sabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario