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No puedo cambiar (prefiero desaparecer)
Palabras distribuídas sin ningún tipo de orden especial, o espacial, o sí.

6.8.13

La nada misma, el martes empieza

Cada vez nos acercamos más al final de los tiempos desconocidos. La irrealidad toma el lugar de lo cotidiano y me tiro de la silla para volver a sentir algo. Si pudiera volver atrás no sé si haría las cosas diferentes, pero sé que haría que no supieras de mí. Nunca. Nada. Cada decisión que tomo me aleja más físicamente de vos. Pero eso sigue sin cambiar nada. Las cosas que pasan nos congelan la capacidad de sentir. No siento más, no siento menos. Quiero volverte polvo, quiero esnifarte en la próxima noche de viernes y dormirme sintiéndote cuando empiece la madrugada. Estoy cansada de esta distancia que yo misma impuse para no acercarme de más a tus espinas. Pero también estoy atada de manos y pies a este suelo, las enredaderas de este jardín en el que alguna otra vez pude ver otras cosas aprietan, y exprimen. Me está chorreando sangre de los ojos. Te veo a través de las cataratas. Algo de mí me dice que nunca me voy a poder ir de acá. Y algo de vos me dice que esto está bien así.
La próxima vez que te vea, te voy a escupir todo el invierno en la cara.
Te quiero nublar la vista, para que no veas lo que veo.
Que es lo que vos ves.
Que en realidad me estoy cortando con las manos y haciendome muchos bollitos de papel, yo sola, y de a poco.
Basta.
Me voy a volver a dormir, que es lo que siempre hago.
Que es lo que en realidad hago cuando no quiero ver, que todo esto no está bien así.
(para mí).

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